La Venta celta es fruto de una historia de amor. Irene, una vasca que hacía el Camino, se dejó convencer por los ojos azules de José María y cambió su vida. Se vino al Cebreiro a vivir inviernos con mucha nieve y veranos multiculturales. Hay noches en que José María saca la guitarra y canta. No es que sea especialmente bueno pero amparado bajo las estrellas del Cebreiro, se hace espectacular. Puedes cenar un caldito o unos buenos productos de la huerta. No te defraudará y tiene habitaciones que no están nada mal.